Menna, Hesy y Meryre se pusieron de pie, la sorpresa grabada en sus rostros. La presencia de Akhenaton en Giza, y en una villa tan discreta, era un secreto peligroso.
—Príncipe Akhenaton —dijo Meryre, con una profunda reverencia—. Vuestra presencia aquí… es inesperada.
Akhenaton asintió, una sonrisa triste asomó en sus labios.
—Maestro Meryre. Capitán Hesy. Arquitecto Menna. Sé que mi aparición es… inusual. Pero los hilos del destino, a veces, nos unen en los lugares más inesperados. Y la verdad… tiene un camino que a menudo es solitario.
Hesy, cauteloso, se acercó a Akhenaton.
—Príncipe. Se rumorea que habéis estado… exiliado. ¿Por qué volvéis ahora?
Akhenaton suspiró, sus ojos se posaron en el mapa del palacio.
—El exilio es una lección, Capitán. Te enseña a ver las cosas desde la distancia. A ver la podredumbre que se esconde bajo el oro y la magnificencia. Mi hermano, el Faraón, es un hombre justo. Pero ciego. Ciego a la sombra que ha crecido a su lado.
Se acercó a la mesa, su ded