Bastet avanzó, sus pasos eran silenciosos sobre el suelo de piedra. Se detuvo junto a la mesa de Neferet, sus ojos se posaron en los papiros que Neferet había estado estudiando. El rollo principal, con los detalles sobre el Corazón de Obsidiana, estaba a la vista.
—Ciertamente —dijo Bastet, su voz era melosa—. Pero hay ciertos conocimientos que es mejor que permanezcan ocultos. Ciertos secretos que, si caen en manos equivocadas… podrían traer el caos.
Su mirada se posó en el papiro con la caligrafía de Neferet, donde había anotaciones sobre la energía del Nilo y los rituales de sangre.
—He oído que habéis estado investigando el Corazón de Obsidiana —dijo Bastet—. Un objeto prohibido. El Sumo Sacerdote está preocupado. Su búsqueda es… peligrosa.
—Mi búsqueda es de conocimiento, Sacerdotisa —respondió Neferet, su mano se acercó sutilmente a los papiros, intentando protegerlos.
Bastet sonrió. Una sonrisa de triunfo.
—Y la mía, de asegurar que ese conocimiento no se convierta en una amena