El éxito de "Marea Alta Experiences" era un eco constante y dulce en Costa Serena. Lo que comenzó como un sueño de libertad se había convertido en un imán para la élite turística, Mauricio y Gabriel eran aclamados como la pareja visionaria que había puesto a la costa en el mapa del lujo exclusivo. La oficina de Mauricio, con vista al mar que los había inspirado, era ahora el centro de un pequeño imperio de experiencias inolvidables.
Una tarde, mientras Mauricio terminaba de revisar los últimos informes de ocupación, la puerta de su oficina se abrió. Era Gabriel, pero no traía consigo la luz habitual. Su rostro estaba nublado, sus hombros ligeramente encorvados bajo el peso de una búsqueda que parecía no tener fin.
Mauricio se levantó de inmediato, rodeando el escritorio para envolverlo en un abrazo. —¿Mal día? —preguntó, su voz un refugio.
Gabriel se dejó abrazar, hundiendo la cara en el hombro de su esposo. —Sí —susurró, con un suspiro cargado de frustración—. Las compañías que