El viaje de regreso a la mansión Brévenor fue en un silencio cargado. No fue hasta que estuvieron a salvo en la suite de Valeria, con las puertas cerradas, que la tensión se rompió.
—Bien, Val —dijo Gabriel, dejándose caer en un sillón—. Ahora, de principio a fin. ¿Quién es realmente Elías Alvareda-Montenegro y cómo demonios terminaste en medio de esto?
Valeria respiró hondo y se lo contó todo. La oferta de consultoría, el viñedo Montenegro, el hombre intenso y trabajador que resultó ser su dueño, la atracción instantánea, la noche de pasión... y el impacto de descubrir su verdadero nombre esta noche.
—Y lo más extraño —agregó, frunciendo el ceño— es que cuando le pregunté por qué omitió su apellido real, dijo que era para protegerse, para ser juzgado por su trabajo y no por el pasado de su familia. Dijo que su padre, Javier Alvaredo, perdió todo y que su familia quedó en ruina.
Gabriel se quedó inmóvil, su expresión divertida se transformó en una de profunda concentración.
—Javi