Los días siguientes transcurrieron con una tensión contenida. Elías y Valeria se sumergieron en el trabajo, estableciendo una tregua incómoda y profesional. No se volvió a mencionar el beso, pero su fantasma flotaba en cada mirada evitada, en cada conversación estrictamente técnica. Elías mantenía una distancia física palpable, y Leo, el asistente, servía a menudo de puente para las comunicaciones del trabajo.
Valeria, por su parte, se concentró en su labor. Diseñó un plan meticuloso para revivir el viñedo y las proyecciones a futuro, un trabajo impecable que demostraba por qué era una de las mejores enólogas de la región. Pero mientras inspeccionaba cada rincón, una inquietud crecía en su interior. La similitud con los métodos y la disposición de Brévenor era demasiado exacta. No solo en las cepas, sino en la forma de podar, en los sistemas de riego... era como estar en una versión en miniatura y algo descuidada de su propio hogar.
La explicación de la amistad pasada entre Lucius y s