PUNTO DE VISTA DE Adrián.
No podía esperar a que terminara el día. Durante todo el día, no dejé de mirar la puerta de mi oficina, contando los minutos.
Estar de vuelta aquí, estar cerca de Catalina otra vez... Solo quería abrazarla, sentirla en mis brazos.
Cuando la oficina finalmente empezó a vaciarse, sentí una oleada de emoción. Pronto, solo estaríamos nosotros.
Observé cómo se marchaban los últimos empleados. El lugar se quedó en silencio, tal y como me gustaba.
Sonreí, sintiéndome un poco mareado, como un niño que se escabulle para hacer algo que no debe. Me dirigí al escritorio de Catalina.
Ella seguía ocupada, escribiendo en el teclado, con la mirada fija en la pantalla. Siempre tan dedicada, incluso cuando yo quería toda su atención para mí.
«Catalina», le dije, apoyándome en el borde de su escritorio. Ella levantó la vista y sus ojos se iluminaron al verme. Pero luego volvió rápidamente a mirar la pantalla.
«Solo tengo que terminar esto», murmuró, con los ded