No se acabará hasta que yo lo diga.
PUNTO DE VISTA DE Adrián
Suspiré al colgar el teléfono con Catalina, sintiéndome más aliviado que en días.
El solo hecho de escuchar su voz hacía que las cosas parecieran más llevaderas. La extrañaba, extrañaba la forma en que ella hacía que todo pareciera claro, tranquilo y sencillo.
Era como si ella supiera cómo aliviar el lío en el que estaba metido con Vera.
Una sonrisa se dibujó en mis labios. Catalina era tan diferente de Vera.
Mientras que Vera era impredecible y siempre estaba causando problemas, Catalina era sensata, madura y, lo más importante, razonable.
Podía hablar con ella sin preocuparme por una discusión o una pelea. Eso era lo que necesitaba en ese momento. Alguien estable.
Volví a coger el teléfono y escribí un mensaje rápido a mi equipo: «Empaqueten todas las últimas colecciones y envíenlas a esta dirección».
Me detuve un segundo, dudando. ¿Debería enviárselo a ella? Después de un momento, añadí la dirección de Catalina.
Se merecía una sorpre