Merezco ser feliz.
PUNTO DE VISTA DE CATALINA
—Marcos —dije con voz fría y firme.
Hubo silencio al otro lado de la línea y luego se oyó su voz, tranquila y serena como siempre—. Catalina, ¿así es como hacemos las cosas ahora? ¿Quitándole el teléfono a nuestra hija?
Apreté los dientes, tratando de controlar mi ira. «¿Qué le estás diciendo? ¿Le estás contando esas tonterías, poniéndola en mi contra?».
«Catalina, por favor», dijo Marcos con un suspiro condescendiente. «No tengo que ponerla en tu contra. Tú misma lo estás haciendo muy bien».
Sentía cómo me latía el pulso en las sienes y apretaba con fuerza el teléfono. «No puedes entrar y salir de su vida cuando te conviene. No puedes socavar mi autoridad».
«¿Socavar tu autoridad?», se burló. «Yo soy el que mantiene el equilibrio. Tú estás demasiado ocupada haciendo malabarismos con tu nueva vida como para darte cuenta de lo infeliz que es Carlota».
Miré a Carlota, que me observaba con los brazos cruzados y una mezcla de ira y miedo en el rostro.
—Marcos,