Es Complicado.
El lunes comenzó igual que cualquier otro en Roth & Co.: el ascensor, el murmullo de teclados, el aroma a café recién hecho mezclado con el desinfectante de los escritorios. Pero para Alexander Roth, la rutina se había convertido en un juego peligroso. Desde temprano, notaba cada gesto de Valentina, cada movimiento, como si su mundo girara únicamente alrededor de ella.
Ella llegó con la chaqueta todavía húmeda, el cabello ligeramente despeinado por la lluvia, y con la mirada cargada de cansancio, pero también de algo que lo desconcertaba: esa mezcla de vulnerabilidad y fuerza contenida que lo desarmaba más que cualquier reunión de negocios. Alexander la observaba desde su despacho de vidrio, calculando cada ángulo, cada sombra, cada respiración que no era suya. La tensión entre ellos ya no era solo profesional; había algo eléctrico, casi doloroso, que lo atravesaba con cada gesto de ella.
Valentina revisaba los informes del trimestre anterior. Alexander notaba cómo fruncía el ceño en