El departamento olía a cartón y café instantáneo.Valentina se sentó en el suelo, rodeada de cajas a medio abrir. Afuera, la ciudad rugía, recordándole que estaba sola. Completamente sola, en un lugar donde nadie sabía su nombre.La mudanza había sido precipitada. Nuevo trabajo, nueva ciudad, nueva vida. Otra vez.Era la quinta mudanza en tres años. Ya ni recordaba lo que era quedarse.Acomodó una pila de libros contra la pared y suspiró. Las luces de los autos entraban por la ventana sin cortinas, moviéndose como reflejos de agua.—Bienvenida al caos, Val —murmuró, encendiendo el portátil.Tenía un correo nuevo: “Bienvenida al equipo Roth & Co.”El nombre la hizo tragar saliva. Había buscado a su jefe apenas aceptó el puesto: Alexander Roth. Director general. Frío, calculador, exitoso. El tipo de hombre que parecía no tener tiempo para respirar, y mucho menos para sonreír.El primer día lo vio de lejos: traje gris, mirada filosa, manos en los bolsillos mientras hablaba con un socio e
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