La luz del amanecer filtraba por las persianas cuando Alexander terminó de explicar el plan a Daniela en la cocina. Pitri aún dormía, pero ellos hablaban en susurros, como si el niño pudiera oírlos a través de las paredes.
—Serán tres días como máximo —dijo Alexander, pasando un mapa de Nassau sobre la mesa de mármol—. Larsen tiene agentes infiltrados en el puerto. Si todo sale bien, Dimitri estará tras las rejas antes del viernes.
Daniela observó los puntos marcados en rojo: el muelle privado, los restaurantes de lujo, las rutas de escape.
—¿Y si no sale bien?
Alexander le tomó la mano, notando cómo temblaba levemente.
—Raúl tiene instrucciones precisas. Hay un avión en Varadero listo para llevarlos a Panamá si no reciben mi señal en 72 horas.
—Preferiría ir contigo.
—Necesito a Pitri seguro, confío en ti солнышко.
El sonido de pasos pequeños interrumpió la conversación. Pitri apareció en el umbral, frotándose los ojos con los puños.
—¿Te vas otra vez? —preguntó, con esa v