—Como ya te dije, yo soy tu nana.
—¿Cómo puede ser mi nana si nunca la he visto en mi vida?
—No es necesario que me hayas visto, lo soy por nacimiento, mi niña. Supe el día exacto que naciste, la hora y he visto todo tu crecimiento.
—¿Y cuándo más la necesite donde estaba? —Evelyn interroga a la mujer con expresión seria —. He estado sola por mucho tiempo, nadie ha estado a mi lado desde que tengo uso de razón, como puede decir que sabe todo de mí.
—Lamento haberte dejado sola tanto tiempo, pero es que no era el momento de que estuviéramos juntas.
Evelyn se cruza de brazos, ¿y ahora si era buen momento? Se pregunta internamente. Qué clase de nana era esa, aparte de que era tan misteriosa, no le daba buena espina esa mujer y mucho menos ese pueblo y ese castillo.
—¿Por qué me trajo aquí? —pregunta con voz seria —. Comienzo a sentir que ya no quiero seguir en este lugar, quisiera regresar a mi casa a primera hora.
—Pero, es que no puedes mi niña. No debes abandonar este castillo.
La pelinegra se descruza de brazos cuando oye a esa mujer hablar, sus presentimientos comenzaban a hacerse realidad, algo malo iba a pasarle en ese castillo.
—No puede retenerme contra mi voluntad.
—Mi niña, es que…—la mujer detiene sus palabras y fija su mirada justo detrás de Evelyn.
Evelyn frunce el ceño al ver que la mujer se inclina un poco, ella la observa fijamente y se pregunta qué diablos estaba haciendo esa anciana.
De la nada la joven siente que su cuerpo se paraliza, era como si una corriente helada recorriera todo su cuerpo. Sin que pudiera evitarlo su cuerpo tiembla, en eso aquel susurro llega a sus oídos que la obliga a ensanchar la mirada.
—Mi señor —ella escucha a la anciana hablar y eso la lleva a dar la vuelta.
Entre la oscuridad Evelyn puede ver la figura de una persona, la joven parpadea varias veces ya que siente una sensación bastante extraña ante esa presencia. Traga saliva sin que pudiera evitarlo y es cuando lo ve que poco a poco sale de la oscuridad.
—Bienvenida a casa, Evelyn.
En lo que esa persona sale de las sombras, ella puede ver a un hombre de piel pálida, cabello castaño y ojos tan oscuros como la noche misma. Su mirada era tan intensa que ella se quedó petrificada ante su presencia.
¿Qué era lo que le estaba pasando?
Parpadea varias veces mientras que lo observa en silencio, él también la estaba mirando fijamente, era como si lo conociera de algo, sentía como si lo hubiera visto desde siempre, pero su rostro no se le hizo familiar.
¿Qué ocurría con ella?
—Finalmente, has regresado —Velkan se aproxima a Evelyn poco a poco mientras que sus ojos no se apartan de su hermoso rostro, era la mujer más hermosa que hubiera visto jamás.
—¿Quién? ¿Quién eres? —Evelyn logra decir a duras penas, las palabras las tenía atoradas en la garganta por la imponencia de ese hombre.
—Soy Velkan, el dueño de este castillo.
¿El dueño?
Ella ensancha la mirada cuando lo tiene tan cerca que sentía que su corazón se le iba a escapar del cuerpo. Latía frenéticamente y no entendía porque, ¿acaso tenía alguna conexión con ese hombre?
—Elena, puedes retirarte ya.
—Por supuesto, mi señor.
Evelyn observa a la anciana retirarse muy rápido y eso la asusta aún más. Quedarse a solas con ese hombre no era precisamente lo que ella buscaba.
—¿Por qué estoy aquí?
—¿Acaso no lo recuerdas, Evelyn? —Velkan se inclina un poco hacia ella quedando a poca distancia de su rostro—. ¿No recuerdas nada?
—¿Recordar? —ella mira la extrema profundidad de la mirada de ese hombre que siente que se pierde en ellos —. ¿Qué es lo que debo recordar?
Velkan baja la mirada hacia los labios de Evelyn, luego eleva una de sus manos para posicionarla en su mejilla, ella se asusta un poco ante el contacto, sin embargo, no se aleja de él y permite que la toque.
—Puedo hacerte recordar, Evelyn... —musita muy cerca de sus labios.
Ella escucha esa voz muy en lo profundo de su ser que la lleva a cerrar sus ojos, conocía esa voz, la conocía, era el susurro que estuvo escuchando desde que llego a ese pueblo. Pero, ¿Cómo era posible?
¿Era ese hombre el que le estuvo susurrando todo el tiempo?
Sin duda alguna era imposible…
—Esa voz —musita aun con los ojos cerrados—. Tú me has estado susurrando a través del viento desde que llegue aquí.
—Si, he sido yo —Velkan desliza su pulgar por el labio de Evelyn mientras que observa lo voluptuoso que son —. Me has escuchado y me has seguido, Evelyn.
—¿Por qué? —suelta con un hilo de voz, era como si estuviera hipnotizada por la voz y presencia de ese hombre.
—Porque es el destino.
Velkan prueba los labios de Evelyn en un roce de boca que conmovió todo el cuerpo del castaño, su sangre reacciono ante el contacto de la piel de Evelyn y eso lo llevo a envolver la cintura de la pelinegra mientras que reforzaba el beso.
Evelyn no entendía como que había llegado a dejar que un completo extraño la besara, pero se lo permitió sin comprender porque sentía que lo conocía de toda la vida.
Lo más extraño de todo era sentía que su cuerpo, su vida y su alma pertenecían a Velkan, ¿acaso había perdido la razón?
Poco a poco desliza sus manos por los brazos de él hasta envolver su cuello, inmediatamente sus pies se alejan del suelo y siente como si estuviera flotando. Que sensación más placentera y maravillosa.
Velkan sujeta el cuerpo de Evelyn hasta separar sus labios de los de ella y darse cuenta de que estaba inconsciente en sus brazos.
Carga su cuerpo en sus brazos y observa su rostro, su piel era pálida, pero esas mejillas rosadas destacan muchísimo. Velkan se retira de la cocina para dirigirse a las escaleras con Evelyn en sus brazos.
En cuanto llegan a la recamara de ella la deja en su cama y observa su cuerpo, era muy joven aún. Se inclina hacia ella y toca cabeza, pero rápidamente aleja la mano de ella y la ve con los ojos abiertos.
—¿Qué? ¿Por qué? —mira su mano con el ceño fruncido y luego vuelve la mirada hacia ella quien dormía plácidamente —. Pero ¿Qué te han hecho, mi querida Evelyn?
Abandona la habitación de ella y en ese instante siente los pasos de Carl, quien al mirarlo se inclina hacia él.
—Mi señor, esta noche ha estado tranquila, nadie ha atacado al pueblo tal y como lo ordeno.
—Muy bien.
—Puedo notar la presencia de la señorita Evelyn —Velkan observa su mano con detenimiento.
—Carl, quiero que busques a una persona—el joven alza la mirada para ver a su amo.
—¿A quién mi señor?
Era necesario la ayuda de esa mujer para saber lo que paso con la memoria de Evelyn, estaba completamente en blanco, para no era para nada difícil conocer la vida de alguien, con solo probar su sangre o tocar su cabeza podría averiguarlo rápidamente.
Pero con ella era distinto, ella no tenía nada, alguien había borrado sus recuerdos y si eso era así entonces él y ella…
Tensa la mandíbula.
—Mi señor, ¿le pasa algo a la señorita?
—Alguien ha borrado sus recuerdos, tantos los nuevos como los viejos.
Carl se asombra por la noticia, no esperaba que la señorita llegara a casa con aquel problema tan grande para su amo.
—Mi señor, ¿Quién pudo hacerle algo como eso?
—Ella no sabe nada sobre su vida, necesito que recuerde.
—Quiere decir que…
—Si, quiero que le digas a Vasile que la busque y me la traiga—Carl se tensa ante el mandato de su amo.
—Mi señor, esa mujer es…
—¡Ya lo se! Pero es la única que puede traer los recuerdos de Evelyn intactos a su memoria.
Ni él podía lograr hacerla recordar nada, sin embargo, ella respondió a su beso sin objeciones. ¿Qué significaba eso? No hubiera respondido de esa manera bajo ningún concepto.
—Quiero que Vasile traiga a la bruja a mi castillo cuanto antes.
—Si mi señor, pero como usted sabe, encontrarla no es nada fácil. Tomará un poco de tiempo para poder dar con el paradero de esa mujer.
—Haz lo que tengas que hacer, envía a los recolectores al bosque hasta que la consigan.
Velkan pasa a un lado de Carl quien se inclina ante su salida, el castaño se encamina por el corredor mientras que los retratos de sus antepasados colgaban a un costado de la pared.
Al llegar al final, su propio retrato colgaba en la pared que lo lleva a mirarlo, luego vuelve la vista al frente y baja las escaleras. Pensó que la llegada de Evelyn sería mucho más fácil, pero ahora con esos recuerdos borrados todo se volvía más complicado para él y también para ella.
[…]
Evelyn se remueve en su cama bruscamente, estaba teniendo una horrible pesadilla que la llevo a levantarse bruscamente, se sienta en la cama y respira agitadamente mientras que observa sus manos sobre la sabana.
—¿Qué? ¿Dónde estoy? —levanta la mirada y al mirar aquella habitación lo recuerda todo, la joven suelta un suspiro pesado y tumba su cuerpo sobre la cama —. No fue una pesadilla, es muy real. Estoy en este castillo.
Mira hacia un lado y ve por el balcón que aún es de noche, y se pregunta ¿Cómo llego a su cuarto si ella estaba hablando con la anciana? Sus ojos se abren abruptamente al recordar a ese hombre.
—¿El? —vuelve a sentarse en la cama mientras que mira la luna —. Él me…—toca sus labios y frunce el ceño—. ¿me beso?
Luego ve la puerta cerrada de su cuarto, muerde levemente sus labios cuando siente que su corazón late a toda prisa.
—¿Y este sentimiento extraño en mi interior? ¿Por qué me siento de esta manera si no conozco a ese hombre?
Había dicho que era le dueño de ese castillo, y aquello era mucho más extraño, sobre todo la parte donde la anciana se inclinaba para saludarlo. Era evidente que le tenían mucho respeto o miedo.
—Me parece muy joven para ser el dueño de todo esto —parpadea varias veces tratando de analizar la situación en la que se encontraba, pero la verdad es que le estaba costando mucho aceptar donde demonios estaba metida —. ¿Cómo saldré de este lugar?
—¿Ya quieres irte? —Evelyn gira el rostro para ver a Velkan parado en la entrada de su habitación.
—¿Cómo es que?
—Apenas estas llegando y ya quieres irte.
—¿Qué es lo que está haciendo en mi habitación?
—Vine a confirmar de que estuvieras bien, me he quedado preocupado porque te quedaste inconsciente.
¿se había desmayado? ¿Por qué razón se desmayó?
En eso ve a Velkan acercarse a ella muy lentamente que la lleva a recoger sus piernas, a pesar de que era un completo desconocido para ella se sentía a gusto con la presencia de ese hombre, ¿Qué podía significar esa sensación?
—¿Qué es lo que quiere?
—Prefiero que me llames Velkan, a fin de cuentas, te quedaras en este castillo por mucho tiempo.
—¿Qué dice? —él se inclina sobre el colchón acorándola únicamente con su imponente presencia—. ¿Cómo que quedarme? ¿para siempre? —musita cuando lo tiene muy cerca de su rostro.
—¿Y porque no, Evelyn?
La mención de su nombre la destrozaba por completo, cuando él la llamaba por su nombre ella sentía que se debilitaba, eso no podía ser nada normal.
—¿Por qué me siento de esta manera? —susurra al sentir el tibio aliento de Velkan contra su mejilla.
—¿Qué es lo que sientes, Evelyn? —indaga, curioso, necesitaba saber lo que ella sentía cuando él estaba cerca. Podía no tener recuerdos, pero su presencia causaba un revuelco en su mente.