OMNISCIENTE
Con posterioridad a los hechos sucedidos en
Canadá, se diría que todo finalmente se mantenía pacífico sin otro enfrentamiento que señalar. Un solo pensamiento se compartía tratándose de los conflictos aparentemente vistos en aquel hospital: ¿Todo se acabó? Sin embargo, esto era el comienzo del remolino en medio del mar.
Las miradas molestas sin explicación, llameantes en tentación y fugaces por reencontrarse no pasaban desapercibidas entre Elizabeth y Maxin, los cuales en diminutas actitudes mostraban el mínimo afecto.
Elizabeth, quien curioseaba cada cierto tiempo los movimientos de Maxin retenía más que otras veces las náuseas, tomando bocanadas grandes de aire que para ella siguieron siendo un sacrificio. El empresario la ojeaba, pues no le hacía gracia que al repasarla muy pálida y no permanecer estática en un solo lugar fuera una complicación en su totalidad.
Con su constante desplazamiento de ida y vuelta, Maxin buscaba en ella respuestas de lo que estaba sucedien