Maxin
La llamada a la cual más le temía me había alcanzado. Sin frenos, desprevenido, arrasando con una fragilidad que mantenía ocupada y hasta ahora la he detectado una vez yendo a Canadá. El tiempo es clave en mi vida, si lo pierdo, no lo recupero y ese fue el pitido de advertencia en mi reloj que no paraba de danzar en mi cabeza.
¿Qué hacía en un puto hospital? ¿Acaso está enferma y no me he enterado?
Hurgué en recuerdos, a pesar que no pude razonar del todo mientras me hallaba aterrizando cuatro tortuosas horas después en territorio canadiense. Investigué junto a mi equipo el lugar donde se situaba el rastreador de Elizabeth y me jode, me jode de la manera más desenfrenante que puede existir, exponerse tiene riesgos, no obstante, éste es el más poderoso.
Algo intuitivo me decía que iba a apuntar donde más me doliera al no hacerle la entrega en su totalidad de chicas requeridas.
Un agobio persiste en mí y no se aparta. Necesito tenerla cerca, verla a los ojos, que esté bien, para