MILA
Después de la cena, regresamos a la suite, de la mano, el silencio entre nosotros no es incómodo: está lleno de promesas, deseo y calor. La puerta se cierra detrás de nosotros, y el mundo exterior desaparece completamente.
— Quédate ahí... murmura Nolan, deslizando sus brazos alrededor de mí y acercándome a su pecho.
Siento sus manos recorrer suavemente mi espalda, atrayéndome un poco más hacia él. Dejo que mis dedos jueguen con los suyos, cada movimiento reforzando este vínculo frágil pero poderoso que hemos construido.
Avanzamos lentamente hacia la habitación, nuestras miradas buscándose, encontrándose, cada sonrisa un lenguaje secreto que solo nosotros entendemos. Nolan posa su mano en mi nuca, acaricia suavemente mi cabello y roza mis labios con los suyos. Me estremezco, consciente de que cada gesto es a la vez tierno y cargado de deseo.
— Eres hermosa... murmura contra mi piel, su voz grave y llena de emoción.
Sonrío, deslizando mis manos a lo largo de su torso, saboreando l