NOLAN
El aire de la noche golpea mi piel como una bofetada.
Apreto más fuerte su mano, quizás demasiado fuerte. Ella tira un poco, pero no la suelto. De ninguna manera.
El coche espera al final de la acera, liso y oscuro, como un depredador inmóvil. Abro la puerta del lado del pasajero con un gesto seco.
— Sube.
No es una súplica ni tampoco una opción.
Ella duda un segundo. Solo uno. Luego se desliza dentro, su perfume mezclándose con el olor frío del cuero.
Rodeo el capó, me instalo, y el motor ruge como si compartiera mi rabia.
Silencio tenso.
Los faros desgarran la noche, y la ciudad pasa demasiado rápido.
Hablo sin mirarla:
— Le dejabas poner las manos sobre ti.
MILA
Chasqueo la lengua.
— Es una pista de baile, Nolan. No un confesionario.
Mi tono es seco, pero mi corazón late fuerte. Sé que está enojado. No simplemente molesto. Enojado. Y eso me perturba más de lo que quiero admitir.
Él se ríe. Corto, sin humor.
— Ah, una pista de baile. Por supuesto. Entonces, ¿es normal qu