Después de un tiempo sentada junto a la cama de mi padre, decidí darme una ducha. El hospital era privado, y su habitación era espaciosa, con baño propio y un sillón reclinable para los acompañantes.
Necesitaba quitarme el peso del cansancio del viaje y de la tensión del día.
El agua caliente caía por mi cuerpo, pero no lograba llevarse mis preocupaciones. ¿Qué pasaría a partir de ahora? Tendría que reorganizar todo para acompañar a mi padre durante su tratamiento.
¿Y Alessandro? ¿Se habría dado cuenta siquiera de mi ausencia?
Suspiré al terminar la ducha. Me vestí con ropa cómoda y regresé al sillón junto a la cama de mi padre. Ya era pasada la medianoche, y el silencio del hospital me envolvía.
Apoyé la cabeza en el respaldo