(Larissa)
Suspiré, sintiendo la tensión acumulándose en mis sienes mientras masajeaba un lateral de la cabeza. El dolor estaba empeorando, probablemente por el tiempo que llevaba mirando la pantalla del ordenador y por todo lo que estaba pasando.
Cerré los ojos unos segundos y respiré hondo, intentando alejar la molestia.
El sonido del móvil vibrando sobre la mesa me hizo abrir los ojos. Cogí el aparato sin prisa, pero mi corazón dio un pequeño salto al ver que era el número de mi padre.
—¿Papá? —contesté rápido, esperando escuchar su voz.
Pero no era él.
—¿Señora Larissa? —respondió una voz masculina, formal, al otro lado de la línea—. Su padre está ingresado y necesitamos que alguien