—Creo que ya es hora de irnos. —Confirmé y me levanté.
—Esperad, tenemos una sorpresa para vosotros dos. —dijo Carlo acercándose con una sonrisa misteriosa en el rostro.
—¡Cuántas sorpresas en una sola noche, eh! —dije animada.
—Venid, está en la casa de la piscina.
Alessandro parecía impaciente, pero nos acompañó a sus abuelos y a mí. Vi el momento en que sacó el móvil del bolsillo y apareció la foto de Chiara en la pantalla. Rechazó la llamada y lo guardó de nuevo.
Llegamos a la casa de la piscina, un espacio cómodo con TV y paredes de cristal. Había un sofá increí