(Alessandro)
Vi el taxi alejarse con Larissa adentro y respiré hondo. ¿Por qué diablos fui detrás de ella? ¿Por qué entré al carro? ¿Qué tipo de idiota me volví?
Caminé hasta mi carro, que estaba estacionado en la calle de atrás. Entré y cerré la puerta con fuerza, golpeando el volante enseguida. Mierda.
Desde el día que la encontré en el shopping, mi cabeza se volvió un campo de batalla. Apareció como si no hubiera destruido todo... como si pudiera simplemente regresar y revolverlo todo otra vez. ¿Pero la verdad? Ya lo revolvió. Y ya no pude desconectarme.
He discutido más con Chiara. Gritado a los empleados por tonterías. Hasta los números de la empresa están empezando a irritarme. Y eso no es bueno. Nada de esto es bueno.
Manejé en silencio hasta casa. Estacioné, respiré hondo otra vez y entré.
María vino a encontrarme en el pasillo.
—Señor Alessandro... la señora Chiara llegó llorando. Se fue directo al cuarto.
Cerré los ojos por un segundo. Por supuesto. Siempre algo.
—Gr