No respondí de inmediato. Me tomé la segunda dosis y me serví otra vez.
Diogo se acercó y me quitó la botella de la mano.
—Ve con calma, hermano.
—Devuélveme esa mierda —dije entre dientes, irritado.
—No. —sostuvo firme la botella—. Cuéntame qué está pasando. Siempre has estado contra la traición, contra este tipo de actitud. Entonces ¿por qué le estás haciendo esto a Chiara?
Lo miré, la rabia hirviendo, la vergüenza apretando el pecho, la confusión ahogándome.
—Dime una cosa... —mi voz salió más baja, ronca—. ¿Con quién diablos está Larissa?
Diogo entrecerró los ojos.
—¿Qué?
—Eso es lo que quiero saber. —continué—. ¿Con quién está, Diogo? ¿Contigo? ¿Con ese tal Guilherme? ¿O con Rafael?
Se quedó en silencio.
Y entonces sonrió. Esa maldita sonrisita de lado, como si supiera algo que yo no sabía. Como si me estuviera ahogando y él fuera el único con chaleco salvavidas.
—¡Responde, joder! —grité.
La sonrisa solo aumentó, lo que me sacó aún más de mis casillas.
Mi puño se ce