Llegamos al lugar del baile, y la fachada ya estaba toda iluminada. Cámaras, fotógrafos, flashes. Era un evento de gala de verdad, algo que solo había visto en revistas.
Tan pronto bajamos del carro, comenzaron los flashes. Me puse un poco tensa, pero Rafael apretó levemente mi mano.
—Solo camina a mi lado. El resto lo ignoramos.
Hice exactamente eso. Caminamos lado a lado por la alfombra roja improvisada en la entrada. Escuché algunos comentarios, susurros, algunos "¿quién es ella?" mezclados con "¡ay, qué vestido!". La sensación era surreal.
Entramos al salón, y estaba hermosamente decorado. Lámparas de cristal, música ambiente, meseros pasando con bandejas de bebidas... y pronto divisé una cara conocida.
Diogo.
Nos vio, abrió una sonrisa y vino en nuestra dirección. Y cuando llegó cerca, me jaló hacia un abrazo apretado.
—Larissa... Dios mío... mírate. Estás maravillosa.
Sonreí grande, apretándolo de vuelta.
—Gracias, Diogo. Tú también estás impecable.
—¡Pero mira esto! —s