Mateo y sus travesuras.
Era la hora de la cena, y los empleados se movían de un lado a otro, preparando la mesa meticulosamente. En medio del ajetreo, Marlén buscaba a su madre con la mirada, reflejando tristeza y su temor al creer que debía enfrentarla, porque había sucumbido ante Atlas, pero ¿cómo le explicaba que él era diferente a Elijah? Solo ella parecía entenderlo y le aterrorizaba la reacción de Julia.
En medio de la actividad, Tara observó a Mateo, sentado en el regazo de Marlén, mirándolo todo con inocencia y curiosidad infantil.
—Este pequeño parece que no quiere descansar —comentó al mismo tiempo que le alborotaba el cabello a Mateo, el cual soltaba pequeños gruñidos con entrecejo fruncido.
—Sí, últimamente duerme menos horas al día y parece tener una energía inusual, y sobre todo tiene un apetito voraz —. De repente, una criada se acercó para ofrecerle a Marlén su plato de entrada, pero el bebé, con su pelo blanco como la leche, estiró su manita hacia el plato con una expresión de ansia y frustr