Fascinación del lobo.
—Cuñada, ¿le tienes miedo a los gérmenes? — inquirió Tara, apuntando hacia las manos de Marlén con la punta del cuchillo con el que estaba cortando la carne.
Marlén alzó la mirada y luego la volvió a bajar.
—No — respondió secamente, y Tara chasqueó la lengua.
—Te desagrado, ¿cierto? Siempre causo ese efecto en las personas, pero quiero ser tu amiga. Porque cuñada, eres la sensación del momento en esta manada y pronto lo serás en todas cuando se enteren de que eres la humana que logró concebir al hijo del supremo — agregó Tara, provocando que Marlén dejara de comer.
—Disculpe, señora, pero no soy su cuñada y menos entiendo de lo que habla. Cuando se habla de manada, entiendo que se refiere a un conjunto de animales que andan reunidos — respondió Marlén, sin ser cortante, incomodándose con la insinuación de Tara. Esta última volteó el rostro para ver a su hermano con los ojos bien abiertos, y segundo después, estalló en carcajadas.
—Hermana, será mejor que cierres ese hocico — la regañ