Ava Hills.
La casa de Brad es acogedora, aunque vivía solo la calidez del hogar se sentía en cada rincón.
Al abrir la puerta, me recibió con una mezcla de sorpresa y preocupación plasmada en su rostro. Agachó la cabeza, como si estuviera intentando esconder algo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, claramente disgustado.
Pensé que luego de lo ocurrido el otro día no me buscarías más, lo que me empujó a ir en su búsqueda.
No me puedo dar el lujo de perderlo, Brad es mi roca fuerte y además le debo mucho.
Surgió de mis labios una disculpa sincera, y, a pesar de la incomodidad que sentía en mi interior, las palabras fluyeron.
—Te debo una disculpa, yo… quiero empezar una nueva vida de tu mano.
Fue entonces cuando levantó la cabeza, y vi el hematoma en su pómulo izquierdo.
Una punzada de dolor recorrió mi corazón al ver esa marca en su cara.
Casi por instinto mi mano se alzó hacia su rostro, tratando de acariciar suavemente esa herida como si pudiera borrar el sufrimiento que había causado.
—¿