85. De vuelta
85
Magnus
El mundo volvió a mí en capas.
Primero, el murmullo de voces suaves. Luego, el aroma del bosque filtrándose por la ventana entreabierta. Y finalmente, su presencia.
Eva.
La vi entrar. Caminaba con ese andar ligero que adoptaba cuando intentaba no hacer ruido, como si pudiera engañar mis sentidos, como si pudiera esconderme algo.
No hablaba. No lloraba. Pero sus ojos...
Sus ojos estaban más llenos que de costumbre.
Se acercó a la cama, pensó que dormía aún. Me tomó la mano, la suya tibia, firme, siempre presente. Y noté el leve temblor en sus dedos.
No le dije nada.
Porque no hacía falta.
Podía ver la tensión en su espalda, el peso mal disimulado en su pecho.
Estaba preocupada. Pero no por mí.
Por la manada.
Y aunque la quería con el alma entera, aunque deseaba tener fuerzas para levantarme y preguntar qué pasaba allá fuera, no lo hice.
No solo porque mi cuerpo aún dolía, sino porque entendía su silencio.
Eva no me lo decía porque me amaba. Porque quería darme paz para sanar.