31. Bajo las narices del Lord
El pequeño Zacary no esperó una segunda advertencia. Salió corriendo del depósito, con el corazón latiéndole con fuerza contra las costillas. Sus manos, ligeramente temblorosas, aseguraron el cerrojo de la puerta al salir. Luego, con la agilidad propia de su naturaleza, colgó la antorcha en su soporte en la pared. La llama proyectó sombras sobre los muros de piedra mientras él corría hacia donde Lyra y Josephine lo esperaban, ocultas entre las sombras del pasillo, lejos del alcance del olfato de los lobos.

Cuando el niño llegó, Josephine se abalanzó sobre él. Sus manos recorrieron ansiosamente el rostro y los brazos de su hijo, buscando cualquier señal de daño.

—No me hizo nada, mamá —protestó Zacary, apartándose con impaciencia—. No me trates como un pequeñito.

Josephine frunció el ceño y la preocupación dio paso a una ligera irritación maternal.

—Eres un pequeño todavía, lo quieras o no —respondió con firmeza—. Bueno, vámonos de aquí. Es peligroso permanecer cerca de esos Omegas… deb
Taylor Snow

¿Gael y sus Omegas se irán? ¿Malcolm los descubrirá? ¡Pues eso lo sabremos mañana! gracias por leer y comentar :D!

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