67. Ciudad de ratas.
Narrado por Ruiz.
El humo aún no se disipa cuando bajo de la camioneta, mascando la rabia como si fuera un maldito chicle podrido.
—¿Qué tenemos? —ladro, apenas poner un pie en el asfalto rajado.
Nadie se atreve a contestarme enseguida. Se mueven como ratas escaldadas entre escombros y cuerpos tirados. El escondite de Lorena parece el escenario de una masacre improvisada: sangre en las paredes, balas incrustadas en los muebles, olor a pólvora, a miedo... y a ella.
Sí.
A ella.
—Se escaparon por los túneles, jefe. —Uno de mis hombres, con la nariz rota y el alma hecha jirones, me da el parte como si esperara un tiro entre ceja y ceja.
—¿Y qué carajo hacían ustedes mientras tanto? ¿Jugaban a las cartas?
El silencio es la única respuesta.
Caminan entre los escombros, recogiendo armas caídas, recogiendo muertos que ya no tienen nombre.
Cada paso que doy suena hueco.
Cada respiración que arrastro me llena de veneno.
Encuentro algo en una de las habitaciones traseras: un trapo ensangrentado,