494. Los ojos que ya no brillan.
Narra Dulce.
Despierto y no sé si fue el sol que se filtró entre las cortinas o el roce de sus dedos en mi cintura lo que me arrancó del sueño, pero lo cierto es que mi cuerpo reacciona antes que mi mente, mi piel se arquea como si quisiera retener esa caricia un segundo más, y al mismo tiempo siento un vacío extraño, como si hubiera algo que ya no encajara del todo, como si esa dulzura suya, esa forma de tocarme y hacerme creer que soy suya por derecho, empezara a quebrarse dentro de mí aunque todavía no pueda nombrarlo, aunque todavía no me atreva a enfrentarlo.
Él me mira como siempre, con esos ojos que parecen leer mis pensamientos más íntimos, y sonríe apenas, esa sonrisa que antes me derretía y que ahora me incomoda sin que él lo sepa, como si en lugar de un refugio fuese una pregunta sin respuesta. Me acaricia el cabello y me dice con voz baja, casi como un rezo:
—Dulce… ¿por qué no me miras como antes?
Yo lo niego con un movimiento de la cabeza, apresurada, como si pudiera bor