149. Donde terminan los caminos.
La Traffic avanza lenta, como si supiera que no hay prisa. La noche cae sobre el campo como una sábana húmeda. Las luces delanteras apenas arañan el camino de tierra que se abre entre pastizales altos. A lo lejos, un zumbido constante anticipa la presencia de algo más: hélices que cortan el aire.
Lorena observa por la ventanilla sucia. El paisaje le resulta demasiado familiar. Árboles resecos, la pendiente del terreno, el cartel oxidado de una antigua estación de servicio abandonada. Frunce el ceño.
—¿No es raro que estemos tomando este desvío? —pregunta, girándose hacia Torrez, que se sienta relajado a su lado, con un termo de mate en la mano.
El sargento Torrez le sonríe como si le acabara de contar un chiste de títeres.
—¿Vos sabés la cantidad de caminos que hay en esta provincia que parecen el mismo? Tranquila, jefa. Estamos bien.
Lorena no le responde enseguida. Aún está tensa, pero no asustada. Torrez le ha caído bien. Tiene esa mezcla de tipo de barrio con entrenamiento oficial