Capítulo 47. Pensamientos envenenados.
—¿Acaso se te olvidó que me dejaste tres carpetas así de altas —colocó ambas manos para mostrar el tamaño— para, según tú, que coordinara todo lo de Texas personalmente?
—No salgas con que te quedaste a dormir en el salón de eventos del hotel— Julian pareció incrédulo ante su excusa del último lugar donde estuvieron reunidos la noche anterior.
—¿Le llamas dormir? yo le llamo sobreexplotación laboral— se quitó los zapatos, se soltó el cabello y dejó su abrigo sobre la cama. —El maldit0 trato nunca fue que tomara el papel de organizadora de eventos también, y lo hago.
—¿Qué evento?— consultó Robinsón.
—Un encuentro con Borghese, Lang y Crown para darle una imagen amistosa entre rivales— le contestó su yerno. —Pero ese no es el tema.
—Claro que no— Salomé se cruzó de brazos. —Lo es que tuve que acordar pagar más de lo habitual a un servicio de catering, negociar con el dueño de las instalaciones que elegiste, llamar a los periodistas que seleccionaste— caminó de un lado a otro—, preparar