Kira
Ha pasado casi una semana desde que llegamos a la ciudad, y es un alivio para mí. Aquí tengo amistades, distracción y, además del insoportable, patán y amargado de mi esposo que le molesta hasta que respire, no tengo a nadie que me juzgue.
Lo único malo ha sido Leandro, que me ha ignorado, al igual que a mis mensajes, mis insinuaciones e incluso las pocas veces que hemos cenado juntos los cuatro o con mis tíos. La pesada de Liah solo me restriega su felicidad que no me creo.
Sé que está enamorada de Demetry, no puede haber cambiado sus sentimientos por Leandro tan rápido, y él tampoco puede haberme olvidado; es ese orgullo y rencor que no le permite aceptar su cariño por mí.
—¿Volviste a gastar una fortuna en compras?— pregunta Demetry en tono quejumbroso, saliendo de la habitación sosteniendo su cabeza.
—Sí, es lo único que sé hacer, ¿lo recuerdas? —Le respondo tal cual me dijo él en estos días cuando le dije que saliéramos a pasear y me respondió. “Vete de compras, es lo único