Una noche en familia.
El coche se detuvo frente a la Casa de los Cerezos, bajo un cielo tranquilo donde la luna los acompañaba.
Catalina se bajó acomodando su vestido mientras respiraba el aire fresco y pensó en la cena, en la calma que le había dejado Julián, en lo distinto que era tenerlo cerca.
Su pecho aún guardaba el eco de sus palabras, de su mirada, de esa promesa que le había hecho sentir segura y amada.
Julián la siguió en silencio, con la chaqueta doblada sobre el brazo y una sonrisa serena que parecía imposible de disimular.
Había algo en ella, en su forma de mirarlo, que lo hacía olvidar todo lo demás. Mientras caminaba detrás de ella, pensó que tal vez la felicidad no era algo que se buscara, sino algo que ocurría en momentos como ese, sencillos, reales.
Y ella era su felicidad.
Apenas abrieron la puerta y fueron recibidos por las risas de Lana y Elian.