Cuando el juez regresó, todos se pusieron de pie en un silencio denso que parecía contener la respiración colectiva.
El juez se acomodó las gafas con un gesto lento, respiró hondo y habló con una voz grave que se alzaba firme en medio de la tensión.
—Tras deliberar y revisar las pruebas presentadas, este tribunal declara al señor Luciano Moreau culpable de los delitos de homicidio premeditado, encubrimiento, falsificación de informes forenses, falsificación de firma post mortem, manipulación médica, fraude corporativo, usurpación patrimonial, sobornos y tentativa de secuestro.
El juez bajó la mirada mientras pronunciaba cada palabra con la precisión de quien sabe que está escribiendo un destino.
Catalina sintió cómo la piel se le erizaba, cada delito era una herida que por fin comenzaba a cerrarse. Julián, a su lado, apretó los puños sobre la mesa, reprimiendo una emoción que le subía por la garganta.
Luci