Latidos bajo un paraguas.
El evento aún no terminaba cuando Julián y Catalina decidieron marcharse, aunque la lluvia caía con insistencia sobre París.
Desde el vestíbulo todavía se escuchaban risas, copas chocando y voces alegres, pero ellos ya no tenían nada que decirle a esa noche.
Había sido suficiente.
Catalina caminaba despacio, cuidando cada paso sobre los adoquines resbaladizos, mientras Julián sostenía un paraguas que apenas los cubría.
Las gotas golpeaban el borde y se escurrían hasta sus hombros, mezclándose con el vapor que subía del pavimento.
Él inclinaba el paraguas hacia ella, intentando cubrirla por completo, aunque eso significara empaparse un poco más.
Catalina notó el gesto, y aunque no lo mencionó, algo dentro de ella se aflojó.
No estaba acostumbrada a que alguien la protegiera sin pedir nada a cambio.
Luciano nunca lo hizo.
A lo lejos, los fotógrafos aún esperaban, buscando alguna imagen tardía para v