Mundo ficciónIniciar sesiónÁlvaro dejó en casa a Sarah y fue a encontrarse con Diego y Rodrigo Núñez, el fiscal, estaban interrogando a Rubí y al conserje del edificio.
—¿Podemos hablar, niña? —Rosa le habló desde la puerta de la cocina a Sarah.
—Claro —contestó un poco incómoda, se acercó de todos modos a la cocina y se sentó a la mesa.
—¿Quiere algo, un té?
—Ya, sí, un té por favor…
—No me gusta que estemos así, que me rehúya como si yo fuera a hacerle algo malo.
—Usted estuvo en el edificio la noche que don Miguel murió —se lo dijo así, sin pensarlo, luego se arrepintió, si ella tuvo algo que ver con ese lío…
—Sí, pero no lo mate, se lo juro —la voz de la mujer se quebró en llanto.
—¿Qué







