Después del control médico, Álvaro llevó a Sarah a su propia casa, no la dejaría sola en su departamento a expensas de Sebastián. No después de tratarla como lo hizo. Aunque su mente disparaba en dos sentidos completamente opuestos, ambas direcciones le decían que era mejor tenerla en su casa.
—Yo no quiero molestar —dijo Sarah antes de bajar del auto al llegar a la hermosa casa, ubicada en Vitacura.
—No molestas —le aseguró él—, yo quiero hacerlo.
—Ahora que puedo pisar no necesito ayuda.
—Sarah —él la miró serio—, ni me molestas, ni quiero dejarte sola en este momento.
—Si me conociera realmente, no querría estar conmigo.
—¿Por qué lo dices?
—Sebastián tiene razón, si realmente me conociera, se asquearía de mí, muchas veces y