CAPÍTULO 64
JULIAN
No sé por qué vine a esta boda. O quizá sí lo sé. Desde el momento en que me enteré de que Montserrat se casaría sabía que quería volver a verla. Siempre supe que tarde o temprano ese día llegaría. Ella siempre quiso lo mismo: una familia, estabilidad, un hogar en el que echar raíces. Y yo nunca pude dárselo. Nunca quise. Al menos eso me repetía para justificar mi ausencia, mis huidas constantes, mi incapacidad de ofrecerle un futuro.
Pero ahora estoy aquí, vestido con un traje que no me pertenece, rodeado de rostros que apenas recuerdo y de otros que no me gustaría volver a ver. Estoy aquí porque… la verdad es que no lo sé. Tal vez una parte de mí necesitaba comprobar con mis propios ojos que ella realmente iba a hacerlo. Que estaba dispuesta a dar el paso final que nos separaría para siempre.
Y entonces la veo.
Cruza el salón principal, rodeada de personas que parecen admirarla con devoción. Su vestido es un sueño: blanco, delicado, etéreo, como si cada puntada h