CAPÍTULO 49
JULIAN
Había pasado todo el día con una incomodidad que me carcomía por dentro. No por la carrera, no por el cansancio, sino por Irina. Unas horas antes de que Monserrat llegara a mi departamento, ella me había escrito insistentemente.
I: [Necesitamos hablar, Julián. En persona. Es importante]
No quise contestar de inmediato, pero su insistencia era tan molesta que terminé respondiendo, quizá con más frialdad de la que hubiera querido.
Jul: [No tenemos nada de qué hablar, Irina]
Escribí sin darle vueltas
Jul: [La verdad es que casi no recuerdo lo que sucedió esa noche y, si te ofendí de alguna manera, lo lamento. Pero esto no puede seguir así. Voy a contárselo a Monserrat, porque no quiero lastimarla]
Apreté enviar y sentí un extraño alivio, como si por fin hubiera dado un paso hacia adelante, aunque fuera doloroso. No me contestó. Y yo preferí no volver a mirar el teléfono. Y después con la llegada de Monserrat me olvidé de todo.
Cuando escuché el timbre sonar, jamás ima