Yo nunca había tenido la intención de jugar a ser hada madrina. Lo que quería era acercarme a Julián, hacerme indispensable en su vida, que me viera como alguien en quien podía confiar. Cuando me pidió ayuda con una cena especial para Monserrat, pensé que solo era una de sus típicas ocurrencias pasajeras: un gesto romántico para enmendar alguna metida de pata. No imaginé que sería algo tan serio.
De hecho, estaba convencida de que Julián era de esos que jamás se comprometían en serio, que siempre mantenían una puerta abierta para salir corriendo. Por eso acepté ayudarlo sin pensarlo demasiado. Reservé el lugar, escogí las flores, hasta me tom&