CAPÍTULO 32
MONSERRAT
Un día el verano llegó a su fin. Un verano inolvidable para mí, lleno de emociones y recuerdos que siempre llevaré conmigo. El inicio de la universidad marcaba un nuevo capítulo en mi vida, uno que me producía ilusión, nervios y un poco de miedo.
Dos semanas antes de que comenzaran las clases me entregaron las llaves de mi apartamento. Ese mismo día, Julián y yo hicimos el viaje de cuatro horas en coche hasta llegar a mi nuevo hogar. Para él era la primera vez que lo veía, yo solo había ido una vez durante los trámites de alquiler.
Era un apartamento de tres dormitorios, con cocina independiente, sala amplia y ventanales que dejaban entrar una luz preciosa durante todo el día. Nada más abrir la puerta, Julián soltó un silbido.
—Wow, el lugar es enorme. Me habías dicho que era grande, pero no lo imaginaba tanto —dijo, girando sobre sí mismo para observar todo.
—Sí, lo sé —respondí con una sonrisa orgullosa—. Uno de los cuartos será mi biblioteca y sala de estudio