CAPÍTULO 11
MONSERRAT
Desde que me subí al coche con Juan, el celular no dejaba de sonar. Miré la pantalla: era Julián. Su insistencia me desconcertó. ¿Qué podía necesitar con tanta urgencia? No era el momento para contestar. Le devolvería la llamada en cuanto llegara a casa.
Una nueva notificación iluminó la pantalla. Era un mensaje de texto suyo:
Jul [¿Juan te invitó al baile de graduación?]
Al ver mi reacción, Juan me miró con curiosidad.
—¿Todo bien? ¿Pasó algo malo?
—No, todo perfecto. Nada de qué preocuparse —respondí, sin saber bien cómo explicar lo que sentía.
¿Por qué Julián me preguntaba eso? ¿Acaso lo sabía de antemano? ¿Y por qué le interesaba tanto?
La pantalla volvió a encenderse. Otro mensaje.
Jul [¿Te invitó?]
En ese momento, llegamos a casa.
—Bueno, Montse, ya estamos. Me encantó pasar la tarde con vos. Espero que podamos repetirlo pronto —dijo Juan, sonriendo.
—Sí, claro. Ya organizaremos algo con todos, tal vez una tarde de piscina antes de que cada uno empiece su r