CARLOS
Cierro la puerta de mi oficina con un golpe seco y le digo a Lucrecia que nadie nos moleste. Nadie. Ni llamadas, ni visitas, ni mensajes. Hoy necesito que todo fluya sin interrupciones.
—Y si la señora Belmont insiste —añado con voz firme—, le dices que estoy reunido con otro socio, con cualquier nombre, pero no con Matías.
Ella asiente, un poco nerviosa. Lo sé: no le gusta mentirle a Monserrat, pero tampoco tiene opción.
Me giro hacia Matías Canteros, el nuevo director financiero de Belmont Motors. Un economista brillante, recibido con honores, con todos los diplom