CAPÍTULO 102
JULIAN
Nunca imaginé que el dolor de otro pudiera sentirse tan propio. Pero desde que supe lo que estaba atravesando Ignacio, y sobre todo lo que significaba para Monserrat, me resulta imposible separar mis emociones. Quiero estar cerca de ella, apoyarla, darle todo lo que necesita… y al mismo tiempo me duele hasta lo más profundo del alma verla tan unida a él, como si mi lugar en su vida fuera solo una sombra del pasado.
Ignacio me pidió que cuidara de ella. Lo dijo con una serenidad que me estremeció. Me entregó esa responsabilidad como si fuera una herencia viva, como si hubiera aceptado que su tiempo se acorta. Y yo no puedo dejar de pensar en lo injusto que es todo.
Hoy me reuní a cenar con Leonardo. Como en los viejos tiempos, aunque los años y la distancia se encargaron de levantar muros invisibles entre nosotros. No había rencor en su mirada, pero sí una sombra de preguntas no respondidas. Pedimos unas cervezas, nos sentamos frente a frente y, por primera vez en