Isabel se enteró de que Lucía también estaba internada en ese hospital y fue directamente a buscarla a su habitación.
Cuando entró, Lucía estaba justo hablando por celular.
—Sí, no voy a conciliar. Procedan directamente por la vía legal.
El entrecejo de Isabel dio un salto.
¿Vía legal?
¿No estaría pensando en divorciarse de Felipe?
Bah, mejor así.
Al verla entrar, Lucía colgó con el rostro helado.
Esa actitud le resultó profundamente molesta a Isabel.
—¿Estabas hablando con un abogado de divorcio? ¿Vas a divorciarte de Felipe?
Al pronunciar la palabra divorcio, en su tono se coló una satisfacción apenas disimulada.
Dios sabía cuánto había deseado durante años que Lucía desapareciera de la familia Torres.
Una chica criada en un orfanato, ¿qué derecho tenía a ser su nuera?
Llevarla a eventos era una vergüenza.
Lucía la miró de reojo, con frialdad, y no dijo nada.
Isabel soltó una risa despectiva y arrastró una silla para sentarse.
—Está bien que te divorcies, pero ni sueñes con llevarte