La respiración de Felipe se volvía cada vez más inestable.
Apretó con más fuerza la muñeca de Lucía:
—¿Acaso no sabes qué relación tengo yo con Sebastián?
—¿Y a mí qué me importa tu relación con él?
Felipe se quedó sin palabras.
Lucía continuó:
—En cuanto firmes el acuerdo de divorcio, él y yo, ambos solteros, lo que sea que hagamos será completamente legítimo.
—En cambio tú, con el escándalo que tienes ahora, si te divorcias, lo tuyo con Jenifer no va a ser nada legítimo.
Antes, cuando su matrimonio con Felipe no era público, la gente pensaba que como Carlos había muerto, si Jenifer se casaba con su cuñado, sería algo razonable.
Pero ahora era muy diferente.
Todo el mundo sabía que, mientras seguía casado, Felipe mantenía una relación ambigua con Jenifer.
Si de verdad acababan juntos, cargarían con esa mancha vergonzosa el resto de sus vidas.
—¿Verdad? —dijo Lucía.
El ambiente se quedó en silencio.
La mirada de Felipe hacia ella se volvió cada vez más fría.
—¿Cuándo empezó? —volvió a