El nuevo día amaneció con el olor a café recién hecho inundando la mansión. La cocina estaba llena de voces y pasos apresurados. Isabella y Alessa reían mientras tomaban asiento en la mesa. Charly bajó con el cabello todavía revuelto, mascullando algo sobre lo tarde que se había quedado pensando en Alaska. Giuseppe ya estaba sentado, leyendo el periódico, mientras Daniel daba indicaciones a la empleada sobre los jugos.
—Apúrense, que si no llegamos temprano nos toca el tráfico —gruñó Charly, sirviéndose una taza de café negro.
—Ya, gruñón —le contestó Alessa, dándole un golpecito en el brazo.
Después del desayuno, todos salieron al resplandor dorado del sol. Los autos aguardaban, brillando como espejos bajo la luz intensa. Charly y Alessa tomaron rumbo hacia High School, mientras Daniel e Isa compartieron el camino hacia la universidad.
El aire estaba impregnado de asfalto húmedo y un leve aroma a gasolina, mientras a los costados de la carretera los árboles comenzaban a encenderse en