Theo y Anya no habían vuelto como esperaban todos que los conocían, ellos creían que una vez que ambos volvieran a hablar era un trato casi hecho, pero, para sorpresa de Robert y los demás, ellos se habían dado un tiempo para estar solos, para sanar, para encontrarse, para saber que era lo que realmente querían a futuro.
En el caso de Theo, sabía lo que quería, pero debía ser honesto consigo mismo, Florence había dejado una huella en su vida y el hecho de que ya no estuviese con él, le producía cierta nostalgia que no sabía bien cómo definir.
Lo último que supo de aquella buena mujer, fue por Heinrich, quien le dijo que había emprendido un viaje a la Patagonia, lugar donde ella y su difunto marido, un día, planeaban ir.
Aquello le produjo cierta nostalgia a Theo, pues ella no se había despedido de él, solo le había dejado una carta, sí, una clásica carta como se hacía antes, escrita a puño y letra.
En ella, Florence, deseaba que Theo por fin fuese feliz solo o acompañado, deseaba que l