El hombre comenzó a desabotonar el vestido que Dayana llevaba puesto, aquello le dio una buena vista a aquel sensual sostén de encaje que, cubría aquellos hermosos pechos.
No pudo contener la necesidad de besarlos, saborearlos y masajearlos sin medida.
- Heinrich, Rui y tus amigos pueden regresar… -dijo Dayana en una mezcla entre sobresalto y excitación.
- No, no creo que regresen en este momento, Theodore los iba a llevar a ver un evento que iba a haber en una zona de la playa, así que, por lo menos, tenemos un par de horas para estar solos.
Dayana escuchó aquello y se sonrojó, ella no era experta en estas cosas, pero tampoco era como si no deseara probar nuevamente al hombre que la tenía entre sus brazos.
Tras pensar un momento, reaccionó y ella lo besó, dando así inicio a algo que ambos deseaban desde la noche anterior.
Heinrich supo que no tenía tiempo que perder, así que la cargó y la llevó a su habitación, ahí le arrancó hasta la última prenda que poseía, pero en acto de mera sed