- ¿Es verdad lo que dijiste hace un momento? -dijo Dayana mientras sentía cómo Heinrich acariciaba su espalda desnuda.
- ¡Es verdad! ¿Por qué la pregunta? -dijo el hombre girándola para ver sus ojos.
- Tu conoces mi situación, sabes que acabo de separarme, ¿Acaso no te preocupa eso? Sabes que tengo un hijo, incluso lo has visto, ¿Piensas aceptarme aun sabiendo aquello? -preguntó Dayana con sinceridad.
- Bueno, sé que te acabas de separar, pero, también sé que, desde hace años, ese matrimonio ya no era real y tus ojos me lo pueden comprobar. Ahora, con lo de tu hijo, ¿Qué tiene que tengas un hijo?
Sé que no tengo experiencia con niños, yo no tengo hijos, no puedo decir que o cómo se deben tratar, pero, no creo que eso sea un impedimento para conocerte y querer estar contigo, o ¿Tú crees que sí lo es? Te repito, no sé cómo se trata a un niño, pero, pienso que con el tiempo, ambos podríamos crear una buena relación.
Tampoco voy a venir a decirte palabras dulces como: yo seré un padre para